Narración de la experiencia
A mi
equipo le toco trabajar con la pintura de ¨La lectora¨ y su autora es Isabel
Guerra.
Teníamos
que hacer tres etapas para llegar a la meta de concluir un cuento realista ,la
primera etapa consistía en buscar un poco de historia acerca de la pintura y la
autora .La segunda etapa era como relatar ,es decir ,en primera ,segunda o tercera persona
y la tercera y última etapa fue escribir el cuento realista.
Evaluación
Con
esta tarea no me sentí muy cómodo porque vi que un integrante del grupo no se
conectaba nunca entonces quise ser solidario con el ,le mande hasta el mail por
que lo había perdido ,y creí que el se iba a conectar y cuando le preguntaba me
dice no después me fijo y así sucesivamente por lo tanto no trabaje lo
demasiado. Los otros integrantes del grupo hicieron el producto final .En la
parte que yo colabore hubo unos problemas pero se fueron solucionando ,íbamos
sacando ideas de los dos y llegábamos a lo necesitado.
Aprendí que habeces no hay que
arriesgarse tanto ,sino que asegurar parte de tu nota .Un cuento me resulta un
poco más difícil que una anegdota y primera persona cuesta mucho más que
tercera persona o al menos para mi es muy difícil.
Conclusión
Siento que tengo que mejorar y no confiar tanto en los
demás estar más activo en el trabajo y ver que si no lo hacen terminarlo
Este es el producto terminado
España,
17 de Octubre 1987
Querida Maguie :
Me
acuerdo cuando nos conocimos ese día que viniste a mi pueblo y nos hicimos
amigas. Me diste tu dirección y me dijiste que, si alguna vez necesitaba tu
ayuda, te escribiera una carta. Y aquí estoy.
Ya
perdí la cuenta de las veces que leí este libro, sé de memoria cada palabra,
cada párrafo, cada diálogo, sé todo. Necesito otro libro. Si no, me voy a morir de aburrimiento. Odio estar
encerrada, pero mi hermano y mi madre siempre se están peleando, siempre por lo
mismo: el dinero. Es horrible querer ir al comedor y que estén quejándose de la
economía del país o de nuestra pobreza, siempre me pongo triste cuando los
escucho. Aunque la verdad es que mucho no me importa. Yo soy feliz y tengo todo
lo que necesito: una familia, una casa y lo más importante: el amor de mi vida,
Tomás.
Teruel,
como ya sabes, es un pueblo muy pequeño, uno de los más pequeños de España, y
es una de las aldeas menos habitadas y pobres de la zona, pero a mí me parece
un lindo lugar, será porque no conozco otros.
Vivo
a dos cuadras de la casa de Tomás, mi novio, que tiene veintidós años. Es alto,
con pelo castaño y ojos verdes. Tomás vive con su madre, su padre y sus tres
hermanos.
Él
tiene menos tiempo para disfrutar que yo, ya que su familia es más grande y
todos tienen que alimentarse. Son tiempos difíciles, cada vez que tenemos
alguna buena cosecha, es motivo de festejo.
Pero un día llegó el momento de separarnos: La
semana pasada me contó que se tenía que ir al campo porque, según su padre, les
iría mejor allí, me dijo que era por unos meses. Sentí cómo se me iba el alma
del cuerpo. Es muy devastador, ya que no hay día que no pasemos juntos. Con él
puedo desahogarme, reírme, llorar...
En
ese momento, recordé aquel día en el que estábamos en la Plaza Carlos Castel
compartiendo un helado de Kalise, de vainilla y frutilla. Ese lugar me recuerda
a nuestra infancia... Estábamos de la mano, hablando y Tomás contaba chistes ya
que lo que más le gustaba a él era hacerme reír. Mientras esperábamos el
atardecer, le canté y le dediqué las últimas canciones de amor.
Cuando
él me contó la noticia, no tuve mejor idea que arrancar mi hoja favorita de mi
único libro. Esta hoja era muy importante para mí. En ella hay un poema
que me hace sentir feliz al leerlo. Describe una tarde hermosa de la pareja de
este libro:
“En
la esquina de mi casa
yo te veo llegar
con
un ramo de rosas
a
la par de la paz,
seguimos
caminando muy lejos, muy lejos
cuando
estoy contigo tiemblo sin parar.
eres
mi amor
y
siempre te amaré.”
Nos
escribíamos mucho, pero hace tiempo que no tengo noticias de él. No me escribe
y no sé qué pensar… Maguie, ¿tú qué crees que habrá pasado?
Antes
de ayer partió en un tren hacia su destino y desde entonces estoy ansiosa
esperando su carta, pero no llegó nada. Estos últimos días no hice nada más que
esperar.
Una
mañana, mi mamá entró a mi cuarto y me entregó una carta. Abrí mis ojos
sorprendida. Su nombre estaba en el sobre, después de tanto tiempo había
recibido algo de él. Torpe y rápidamente abrí
la carta y leí su contenido. ¡No lo podía creer!
“Querida Paz:
Lamento
decirte que estoy muy enfermo y no sé si podré sobrevivir a mi enfermedad.
También te pido perdón por lo corta que es esta carta, pero últimamente no
tengo mucho tiempo, sólo recuerda que siempre te amaré, por favor...
Tomás.”
No
lo podía creer. Se me cayó la carta al piso y fui corriendo a contarle a mi
madre lo que había sucedido: —¡Madre!
—¿Qué
sucede, hija?
—Lee
esto, por favor...
Mi
madre leyó la carta.
—No
lo puedo creer, hija. —dijo. Y me abrazó.
—Yo
tampoco, jamás podría creer algo así.
Pasó una semana y no recibí más
noticias de nada, seguía leyendo una y otra vez esa carta, sin todavía creer
que fuera cierto.
Esa
mañana me desperté muy deprimida. Se Me vino vinieron a la mente
los recuerdos de cuando me visitabas y traías helado para compartir, eso me
alegró un poco. Me di un baño rápido y volví a leer la carta .
Al terminar de leerla, me fui a caminar por
la plaza en la que siempre salíamos a caminar y alejarnos de todo. Ése era, es
y será nuestro lugar favorito.
Cuando regresé a mi casa, tomé una ducha y me
acosté en la cama a pensar.
Unas
horas después, escuché que alguien tocaba a la puerta, y como no había nadie en
la casa, supuse que iba a ser mi mamá, pero para sorpresa mía era...
-¡Hola,
Paz, te extrañé mucho!- dijo Tomás abrazándome fuerte.
-¡Tomás!
¡Qué sorpresa que estés aquí! Creí que estabas muy enfermo.
-Pero,
¿por qué pensaste eso?
-Pero
si me llegó una carta de…
-¿Cómo?
Si en estas semanas no pude haberte mandado ninguna carta debido a que la
oficina de correos más cercana estaba cerrada.
-Entonces…
¿De quién era la carta?
Lo
hice pasar a mi casa para que la viera.
No
puedo explicar por qué, pero se me ocurrió leer la dirección. En cuanto la vi,
un alivio recorrió todo mi cuerpo, pero también me sentí un poco tonta. No
había sido Tomás Gallegos el que había mandado la carta, sino un tal “Thomas
Gallegos”. Y no solo eso, por la precipitación que tuve por saber noticias de
él, no me había dado cuenta de que... ¡esa no era su letra!
Me fui a dormir sintiéndome muy
feliz, ya que sabía que Tomás estaba en perfectas condiciones y ya estaba en
casa.
Esta
es la mejor aventura que tuve con Tomás. Gracias a esto me di cuenta de lo
mucho que lo amaba.
Espero
volver a contarte otra historia sobre nosotros. Y aunque nadie te pueda
ver, siempre contaré contigo.
Con
amor,
Paz